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Esta vivienda está en Torres Blancas pero ni son varias torres, ni son blancas, pero estos dos términos definen a uno de los edificios más singulares del skyline madrileño. Torres Blancas fue construido entre 1964 y 1968 por el arquitecto español Francisco Javier Sáenz de Oiza y sus originales formas redondeadas no pasan desapercibidas entre las grandes torres de edificios que componen el área de Avénida de América en el que se encuentra emplazado. Un edificio cuyo interior resulta un misterio para los que contemplamos desde fuera: ¿cómo serán los interiores redondeados de las viviendas que se ocultan en sus 81 metros de altura? La respuesta la descubrimos hoy con un proyecto de interiorismo que nos trae el estudio Ruiz Velázquez, que ha conseguido aunar en un mismo espacio el aire retro de esta construcción de los sesenta con cierto toque futurista que parece llevarnos a un cómic de super héroes. Nosotros lo tenemos claro. Si Clark Ken viviera en Madrid, esta podría perfectamente ser su casa. ¡Vamos a verlo!
Dicen que no hay que dejarse llevar por las apariencias, pero aquí estas no engañan. Las formas redondeadas de la fachada se traducen en líneas curvas en el interior de la vivienda, tal y como vemos en esta imagen. Lo extraordinario de esta cocina es como adapta el diseño y la distribución de sus muebles a la singular geometría de este apartamento. En línea y con la madera como material fundamental, la zona de almacenamiento se adhiere a la pared mientras que una barra curvada se convierte en separador de espacios y práctico office al mismo tiempo. Desde aquí también contemplamos los espacios circulares
que son una constante en la casa con esa pared redonda que cierra la cocina.
La casa tiene una concepción abierta, donde la zona del día compone un todo formado por comedor, salón y cocina. Con la cristalera al fondo, que da paso a la terraza, la habitación juega también con los tonos cálidos de su decoración. Lo más llamativo, el pavimento de intenso color naranja que le da un aire muy pop a la estancia.
Giramos sobre nuestros talones para ver la cocina inmersa, casi camuflada, en esa pared revestida que esconde a su vez un pasillo curvo. La madera en la pared es quizá, junto con el mobiliario elegido, uno de los elementos que más nos transporta a otra época. No se puede negar su aire retro, aunque también la calidez que aporta al espacio. Nos fijamos también en el sofá que se ajusta a la perfección a la pared a pesar de que esta no es recta.
La pared de madera también sirve como separador de espacios, ya que marca exactamente donde acaba la zona de salón y donde comienza un comedor que goza de las vistas increíbles de esta torre de edificios. Las líneas curvas del edificio se complementan con las del mobiliario: mesa redonda y sillas con pie redondo, las clásicas Tulip Chair de Eero Saarinen. Incrustadas en la cubierta, el juego de luces también interviene en la visión retrofuturista de este espacio.
Nos despedimos con una foto que sugiere más que muestra. Este es el final del salón, pero no de la vivienda que se abre a través de pasillos que, como todo en esta vivienda, tampoco son largos y aburridos como los demás. El diseño de la vivienda no impide que se busque también la funcionalidad, aprovechando todos los rincones, como este que nos encontramos en este espacio de transición entre la zona de día y las habitaciones privadas donde se ha instalado una funcional estantería.
Si te ha gustado esta vivienda te invitamos a que le eches un vistazo también a Fachadas curvas: rompiendo con la línea recta.
